Nos había dejado el corazón helado y ahora nos lo deja en un puño.
Fue una jornada cargada de emociones. En la mañana, Esther Estremera
hizo que a muchos de los presentes en la Fortaleza de la Mota de Alcalá
la Real se le nublaran los ojos. Fue cuando contó emocionada cómo su
madre limpió el cadáver de su abuelo, el guerrillero antifranquista
Tomás Villén Roldán, alias Cencerro, de polvo y moscas. Lo
envolvió en una sábana y lo enterró en un hoyo que hizo con sus propias
manos en la dura tierra del Corralillo del Ahorcado, en Fuensanta de
Martos.
Por la noche, la actriz Carmen Machi elevó la emoción al punto de que
muchas lágrimas corrieron por las mejillas. Junto a Miguel Ríos y
Miguel Ángel Aguilar, copresentadores del libro en el Teatro Martínez
Montañés, Carmen Machi hizo una soberbia y estremecedora lectura de un
pasaje del libro. Precisamente, aquel en el que un niño de nueve años
escucha los gritos desgarrados de un preso que está siendo torturado al
otro lado del endeble tabique que separa su dormitorio de la sala de
torturas del cuartelillo de la Guardia Civil de Fuensanta. El niño
intenta con su propia voz mitigar el ruido de la brutal paliza y canta
una y otra vez Vamos a contar mentiras…
Mentiras. Sí. Pero menos mal que está aquí Almudena Grandes para contarnos la verdad.
Una verdad en forma de libro. La editorial Tusquets eligió Alcalá la Real para presentar la nueva novela de Almudena Grandes, El lector de Julio Verne, cuya acción transcurre en los parajes de la Sierra Sur de Jaén.
La autora de El corazón helado contó que al escribir esa
novela recogió un abundante material sobre la represión posterior a la
Guerra Civil. Así nació la serie Episodios de una guerra interminable, cuyos dos primeros tomos están dedicados a la lucha de la guerrilla antifranquista.
Unos guerrilleros, que no bandoleros, que lucharon primero para
proteger su vida y después por la libertad. Lucha que el régimen
franquista y una sociedad atemorizada ocultaron y manipularon. Por eso
es tan importante que la escritora madrileña, con tantas raíces
andaluzas, haya alumbrado estos dos primeros libros de la seria, Inés y la alegría y ahora, El lector de Julio Verne. En esos libros está la verdad de aquella heroica lucha contra la feroz dictadura.
Una verdad narrada por Almudena con “la elegancia de su pluma y la
honradez de su pensamiento”, en palabras de la alcaldesa de Alcalá,
Elena Víboras, un municipio gobernado por los socialistas desde hace 33
años, ¡con mayoría absoluta!
No es extraño. Porque aquí, historias de terror como esas se contaban
en el interior de las casas, al amor de la lumbre en el crudo invierno.
Por ello, cuando Esther, la nieta de Cencerro, dijo que a su abuela “le
daba mucho miedo la derecha”, la frase sonó como un latigazo en la sala
de la Fortaleza de la Mota. La imaginación de muchos de los presentes
voló hasta nuestros días. A estas vísperas electorales.
¿Miedo a la derecha de hoy? Sí, muchos sienten miedo a esta derecha
que predica una cosa y hace la contraria. Una derecha que no solo ajusta
y recorta derechos laborales, sino que aprovecha la crisis para hacer
ajustes ideológicos: el aborto, la educación, la igualdad. Miedo al
retroceso ideológico, a la vuelta al pasado. Por mucho que quieren
revestir sus actos de modernidad y reformismo.
Es por ello fundamental que aún resistan modernos guerrilleros (de la
palabra) en esta izquierda desmoralizada y desnortada, como Almudena
Grandes. Una escritora que es hoy símbolo de una intelectualidad que no
se rinde. Una escritora que se compromete, que actúa, que sale a la
calle a dar la cara. Una escritora leída y querida por millones de
lectores en todo el mundo. Porque en sus libros encontramos muchas
verdades.
Diario EL PAIS
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